De todas formas, las escuelas tendrían que crecer hacia dentro, es decir, deberían mejorar como instituciones educativas de manera que lo que sucediera en las aulas fuera más provechoso para los alumnos y más estimulante para sus docentes. Para ello, es necesario que las materias o cursos sean impartidas con verdadero interés por las personas más adecuadas y que la interacción entre alumnos y docentes genere un ambiente propicio al aprendizaje.